viernes, 21 de septiembre de 2007

EL GINKGO

EL más antiguo de los árboles, está en el mundo desde la época de los dinosaurios. Dicen que sus hojas de abanico alivian el asma, el dolor de cabeza y los achaques de la vejez. Y está probado que esas hojas son, también, el mejor remedio contra la mala memoria. Cuando la bomba atómica convirtió a la ciudad de Hiroshima en un desierto de negrura, un viejo ginkgo cayó fulminado cerca del centro de la explosión. El árbol quedó tan calcinado como el templo budista que el árbol protegía. Tres años después, alguien descubrió que una lucecita verde asomaba en el carbón. El ginkgo muerto había dado un brote. El árbol renació, abrió sus brazos, floreció. Ese sobreviviente de la matanza sigue estando ahí.

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